Los agonistas del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1) han supuesto una auténtica revolución en el tratamiento de la obesidad, tanto para personas con diabetes como sin ella.En estudios clínicos, los participantes llegaron a perder entre un 15% y un 20% de su peso corporal, dependiendo del fármaco. Pero hay un detalle incómodo: cuando se dejan de tomar —ya sea por decisión personal, falta de acceso o problemas de suministro—, la mayoría recupera casi todo el peso perdido.Y aún más frustrante es que, incluso continuando con el tratamiento, tarde o temprano llega un punto en el que el peso se estabiliza… y no baja más. Ese es el famoso “punto de meseta”.

¿Por qué ocurre el estancamiento?

Según la doctora Fatima Cody Stanford, experta en medicina de la obesidad en el Massachusetts General Hospital, este patrón es universal y lo podemos ver en estudios con otros fármacos como fentermina/topiramato, bupropión/naltrexona e incluso tras una cirugía bariátrica.

La explicación está en el punto de ajuste del cuerpo. Nuestro organismo “sabe” a qué peso está acostumbrado y, cuando intentamos bajarlo, reacciona aumentando la hormona del hambre (ghrelina) y reduce la eficacia de señales como la del propio GLP-1. Es como un tira y afloja constante entre nuestro plan y la biología.

Además, al perder peso también perdemos masa muscular, que es la parte del cuerpo que más calorías quema en reposo. Resultado: el metabolismo se ralentiza y necesitamos menos calorías diarias para mantenernos.

Fotografía de un vial transparente etiquetado como GLP-1 junto a la palabra “MESETA” en letras blancas, sobre fondo azul oscuro, concepto de estancamiento en pérdida de peso

Cómo superar la meseta

1. Combinar tratamientos

Muchos médicos recurren a terapias combinadas: GLP-1 junto con otros fármacos como fentermina, metformina o topiramato, que actúan sobre receptores diferentes en el cerebro. Eso sí, nunca se usan dos GLP-1 a la vez.

2. Ajustar la dosis

En algunos casos se reduce la dosis o la frecuencia: por ejemplo, pasar de una administración semanal a quincenal, buscando el punto justo que mantenga el peso y la salud con la mínima medicación necesaria.

3. Revisión de otros fármacos

Si se están tomando medicamentos que favorecen el aumento de peso (como insulina o sulfonilureas), se intenta sustituirlos o ajustar la dosis.

4. Ejercicio inteligente

Aunque el ejercicio no siempre implica pérdida de peso directa, el entrenamiento de fuerza ayuda a preservar la masa muscular, lo que mantiene el metabolismo activo. Lo ideal: mitad cardio, mitad fuerza.

Más allá del peso

Estos medicamentos también aportan beneficios adicionales, como mejoras en la salud cardiovascular y la función renal. Por eso, incluso si el peso no sigue bajando, puede merecer la pena mantener el tratamiento.

Historias reales lo confirman: desde pacientes que han recuperado la movilidad y vuelto al trabajo, hasta otros que han controlado su diabetes después de años de lucha.

El factor psicológico

La motivación y el bienestar emocional son clave. Al perder peso y sentirse mejor, muchas personas empiezan a cuidarse más, lo que ayuda a mantener los resultados. Aquí el apoyo psicológico es tan importante como la medicación y la dieta.

Conclusión

La pérdida de peso con GLP-1 es un camino a largo plazo. Entender la meseta como parte del proceso, ajustar la estrategia y cuidar tanto la salud física como mental son los ingredientes para el éxito sostenido.